LA HABANA, Cuba, 28 de agosto de 2013, Emilio Cosano Alén /www.cubanet.org.-Pinar del Río fue escenario reciente de un operativo de la policía contra veintidós vendedores de ropas. Les impusieron altas multas, decomiso de mercancías y retiro de sus licencias como sastres y costureras, licencia que les autorizaba a arreglar y confeccionar ropa, pero no venderla.
Los perjudicados reclamaron a la ONAT –que controla permisos e impuestos–, al sindicato oficialista al que están afiliados de mala gana. Claro, nada pudieron resolver. La todopoderosa ONAT tiene facultad, en cada territorio, para aplicar la legislación como crea conveniente”.
Nada importó el argumento de los cuentapropistas de “tenemos tres años de trabajo legal, pagamos los impuestos, estamos al día y de repente nos aplican esas medidas tan duras, hasta quitarnos la licencia. ¿Por qué dejaron correr tres años?’”, comunica José Rodríguez y Rodríguez, sindicalista independiente.
Un cuentapropista protestaba que perdió por decomiso unas quinientas prendas de vestir. “Ropas caras, casi todas de mi inversión. Nos habían dicho que tendríamos quince días para liquidar la ropa y recuperar el dinero que nos costó. Puro cuento, lo decomisaron todo. ¿Qué pasará con nosotros ahora?”
Reportes de Sancti Spíritus y Santiago de Cuba dan cuentan de que también en esas provincias la ONAT, ha arremetido contra las trapishopping, neologismo que combina trapos y shopping, originalmente aplicado a la venta estatal de ropas recicladas.

Pero, ¿por qué la gente prefiere la trapishopping?
Porque vende ropa más a la moda, de más calidad y variedad, y a mejores precios. ¿Cómo lo logran? Las trapishopping se nutren de mercaderes que compran ropa más moderna por cantidad, por eso venden más barato que el monopolio estatal.

Solo algunas sugerencias de cómo vestirse, se ven, en las escasas revistas que circulan y en la aburrida televisión nacional. Y no siempre con modas que gustan, y mucho menos a la juventud.
Tampoco existe un sello distintivo de moda cubana porque hasta la elegante guayabera, prenda que llevaban nuestros abuelos, está en desuso a no ser como uniforme de trabajadores en hoteles y restaurantes y uso protocolar por altas figuras del gobierno.
¿Puede existir cultura del vestir si no hay posibilidad de elección?

El régimen al eliminar usando preceptos legales, a los vendedores particulares de ropa, o sea, a las socorridas Trapishopping, en vez de darles facilidades a la población, limita su libertad de elegir cómo vestirse de acuerdo a su gusto y poder adquisitivo. Otra pérdida de los derechos de los cubanos.
cosanoalen@yahoo.com
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