¿QUÉ DIJO GALILEO?

SIN EMBARGO... SE MUEVE
En 1632 Galileo publica su famosa obra Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo: el ptolemaico y el copernicano
provocando gran revuelo en el mundo académico y religioso. Al optar por
la forma de diálogo, Galileo pretendió zafarse de posibles represalias,
expresando sus ideas a través de un tercero… El mismo año de la
publicación fue citado por la iglesia con orden de acudir de inmediato a
Roma para presentarse ante el tribunal. Vivía en Florencia y los
médicos consideraron que un viaje a Roma ponía en peligro su salud. El
papa Urbano reaccionó airado, ordenando a Galileo a viajar, incluso de a
pie… o encadenado si fuera necesario. Había otra razón de la molestia
del papa: en el Diálogo aparece defendiendo el modelo ptolemaico con el
nombre de Simplicio… Urbano, quien solía afirmar que sabía más de todos
sus cardenales juntos, concluyó que Simplicio era su propia caricatura.
Galileo
emprendió viaje y llegó a Roma en 1633. Los biógrafos afirman que no lo
encerraron en un calabozo y que tampoco lo torturaron, pero sí que le
mostraron los instrumentos usados para la tortura.
Durante el
proceso mismo, idas y vueltas, al final Galileo concedió que en algunos
aspectos del Diálogo pudo ir algo lejos pero que de todas formas
esperaba una pena suave por ello. La sentencia no fue suave: prisión
incondicional. Galileo rechazó ante los jueces el modelo heliocéntrico,
pero al retirarse de la sala dijo, entre dientes: ¡Y sin embargo, se mueve! (Eppur si muove).
Hay que considerar el contexto: Galileo, anciano, enfermo, asustado,
tal vez se desdijo por miedo a ser condenado a muerte. Esta ocurrió
diez años después del juicio, en 1642, y la Inquisición no permitió un
funeral público.
En 1981, casi 350 años después del juicio, el
Vaticano desclasificó los archivos del caso Galileo. En un papel ahora
amarillento Galileo había escrito: “estoy en vuestras manos; haced conmigo lo que os plazca”.
Tras
la lectura del fallo el embajador de Toscana consiguió que Galileo no
fuera condenado a prisión, cambiando la sentencia por confinamiento
vitalicio. Hasta su muerte, en 1642, Galileo vivió bajo arresto
domiciliario bajo vigilancia de la Inquisición. Pudo, sin embargo,
seguir trabajando; en 1637 se publica su obra sobre el movimiento y la
gravedad, también en forma de diálogo.
¿Cómo pudo una persona
rebelde decir que en El diálogo “se le había pasado algo la mano”? No
fue condenado a muerte aunque estuvo cerca de ella. Y los biógrafos no
dudan de su frase… ¡Y sin embargo, se mueve!
Los tiempos
cambian; el conocimiento – la verdad -, se impone: en 1893 el papa León
XIII adoptó como verdaderas las ideas de Galileo. Y en 1992,
trescientos cincuenta años después de su muerte, Galileo es rehabilitado
por Juan Pablo II, invalidando el juicio de la Inquisición de 1633.
SIN EMBARGO... SE MUEVE
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